Una encantadora tortura {STEFAN}

Bien, no me había equivocado en absoluto aquel día, y era cierto que Stefan se había atrevido a acercarse a Elena tanto como para atosigarla hasta en el instituto.
No me acerqué a ella, pues no lo veía un momento adecuado, veía que lo pasaba mal, yo estaría vigilando desde la distancia.
Estuvieron hablando, pero desde donde yo estaba escondida no se oía nada.
Entonces sonó el timbre y se encaminaron a las clases, menos mal que mi taquilla de instituto no era una taquilla de una estudiante muy normal. Ese día no iba a asistir a ni una sola clase, pero sin embargo iba a pasar todo el día en el instituto, que ironía tenía la cosa. Cuando los pasillos ya estuvieron absolutamente vacíos, corrí hacia mi taquilla y la abrí.
Bien, parte de mi armamento contra vampiros estaba allí, haría una pistola de verbena, un par de bombas de verbena y hoy sería una noche realmente divertida.
Me dirigí hacia el viejo laboratorio de química que ya no se usaba, y cogí la verbena y la diluí en un poco de agua pero con gran cantidad de verbena. Lo metí en una especie de bola con una mecha y la guardé en mi mochila, hice otra, despues rellené un par de pistolas de agua de cuando era pequeña con verbena.
Sintiéndolo mucho, había que hacer ver a Stefan quien diablos mandaba aquí.
Me puse mis pulseras con las mini estacas, y mi chaleco con más estacas en su interior y minibotellas de verbena.
Lo que me proponía no era matar a Stefan, lo cual me habría encantado, no, era torturarle un poco, hacerle hablar, tratar de ayudarle, y si no , que me dijera donde estaba el hijo de puta de Klaus.
Esperé a que acabaran las clases ya en mi coche que estaba a una distancia del de Stefan y cuando arrancó le seguí desde una distancia prudente para que todavía no se diese cuenta.
Mi aparición espectacular sería al caer el sol y al salir la luna.
No tardó mucho pues en invierno los días son más cortos, vi que el destripador se metió por la carretera yendo hacia el bosque, por lo que dejé el coche y bajé de él.
Hacía un frío de mil demonios.
Seguí a Stefan hasta la parte más profunda del bosque.
Entonces el vampiro se giró y yo con mi sonrisa sarcástica, me dispuse a darle la bienvenida.

-Hola querido amigo, ¿estás preparado para bailar?-dije mientras me metía las manos en los bolsillos.

Ahora que Stefan se movía con más libertad en su faceta como vampiro despiadado pensaba en muchas cosas, como en tener que hacer un reglamento para la supervivencia de los humanos, dado que ellos se empeñaban en pararse frente a la muerte. Y estaba bien Quién era Stefan para decirle a alguien lo que era o no peligroso? cuando él se la pasaba viviendo en el borde, pero había algunos que rayaban en lo idiota, para ejemplo Meredith Sulez.
La rubia era amiga de Elena, una hermosa chica bastante atrevida a decir verdad y que parecía empeñarse en tener controlado a todo mundo, el vampiro apenas la había conocido un poco el verano pasado y le bastaba para saber que no debía meterse con ella pues era capaz de pegarle un tiro por solo molestarla, claro que aquel era un Stefan más tranquilo y relajado, ahora era un tipo completamente diferente, no por nada solían decirle que era un destripador.

Tal vez debería bordarse aquel sobrenombre en la espalda para que así Meredith tomará su distancia y dejará de seguirle como le había ahora.
Apropósito, Stefan paró su auto en el borde de la carretera para adentrarse en el bosque tenía en mente meterle un buen susto a la rubia y así se dejará de juegos. Como era de esperarse la joven estaba ahí sonriendole e incluso dándole algunas palabras de bienvenida.
Si es contigo Meredith, estoy dispuesto a bailar dos piezas contesto con una sonrisa irónica que le duro a penas dos segundos.
Stefan soltó el aíre de sus pulmones poco a poco sin despegar la mirada fría y carente de emociones, de las facciones de la rubia.
No debería preguntártelo, que me importa a mi lo que estés haciendo o pase por tu cabeza habló aunque las palabras eran más para él Pero no crees que el bosque es lo suficiente grande para que estemos en el mismo lugar Stefan se aproximó unos pasos a la chica de piel casi tan pálida como la suya.
Hablaba con delicadeza y con la única galantería de alguien que había vivido en un siglo anterior a de ella, hablaba con cuidado, pronunciando con cuidado cada una de sus palabras Pero dado que tu auto me ha seguido desde el colegio, me veo en la necesidad de saber para que me buscas Mer

Vale Stefan tenía ganas de hablar, y no solo eso, se había dado cuenta de que lo había seguido, aunque la verdad es que ya contaba con el factor no sorpresa, pero esa noche, esa noche Stefan iba a saber qué es la palabra sufrimiento.
-Mira idiota, estoy aquí porque nunca he soportado a los vampiros, pero Elena me pidió que hiciera una excepción con los Salvatore, pero viendo como la tratas, te enseñaré a ser mejor "persona" que animal.-corrí hacia él con estaca en mano.
La lancé en la rodilla a la vez que activaba las de mi muñeca izquierda y rociaba la cara del vampiro con la pistola que sujetaba en mi mano derecha y le daba una soberana patada en la cara.
Vi que caía al suelo de dolor, por lo que reí y le propiné un estacazo con la estaca que llevaba oculta en el tacón de mi bota en todo el costado.
-¿Seguro que aguantarás dos piezas con mi ritmo destripador?-dije riendo mientras volvía a mi posición inicial y recargaba las estacas mientras Stefan emitía quejidos y sangraba.

A lo primero Stefan había sonreído engreído. Elena siempre tenía que ver con todos y cada una de las cosas que le sucedian al vampiro, cada día estaba más enrollado con ella y no veía la hora de zafarse de tanto drama. Stefan no quería ser una persona, por que carajos no entendían eso y le dejaban por la paz, él ya no era más un humano con sentimientos ni sangre caliente corriendole por el cuerpo, era un ser sobrenatural por que entonces debía comportarse o aparentar ser algo diferente.
Los movimientos de la joven le tomaron desprevenido y se vio invadido por el dolor de la madera en su cuerpo junto con la verbena en su piel. Más que un grito o un lamento Stefan profirió un gruñido, uno seco y frio directamente salido de la garganta. Se levanto con trabajos y con más aun se retiro la madera de su cuerpo, cuando la tuvo fuera sintió como su piel volvía a regenerarse dejando solo sangre fresca sobre su camisa.
Me gustaba demasiado esta prenda la voz del vampiro era baja y fría con tanta intensidad y oscuridad que hasta a él mismo se le erizo la piel por escucharse. La parte humana de Stefan termino de desconectarse con aquella palabra, destripador, vaya que Meredith iba a conocer esta tarde esa faceta de Stefan.

Te he dejado que me llames idiota por que tu lo haz sido más al venirme a provocar. Pero no pienses que voy a respetarte solo por que eres una mujer, mis peores sadismos los he hecho con feminas como tú alardeo de sus hazañas con una sonrisa temeraria al tiempo que se aproximaba a la joven con pasos lentos.
Los ojos de Stefan se oscurecieron de momento y así tan rápido como sucedió el cambio en su mirada se acerco a la joven para rodearla con los brazos por la espalda, la chica apestaba a verbena pero no le importaba, si algo bueno le había dejado Elena es que habían estado practicando beber aquella maldita hierba para poco a poco volverse inmune, así que un poco de ella ahora no le incomodaba tanto.
La pregunta es, por que las rubias son tan estúpidas aferro una de sus manos a cada muñeca de Meredith con tanta fuerza que sentía como el pulso de sus venas palpitaba contra las yemas de sus dedos.
Algo nuevo pasaba por la mente de Stefan, iba a hacer que Meredith le rogará clemencia para dejarla viva, de verdad que iba a ser cruel con ella.
Me pedirás de rodillas que me detenga le dijo por último antes de levantar su brazo hasta sus colmillos y atravesarle la piel, había sido como tomar a una muñeca de trapo. Stefan estaba dispuesto a bailar las piezas que fueran necesarias, iba a disfrutar el coraje de la joven hasta que a esta le palpitará el corazón. Por que aun en la mente retorcida de Stefan, el vampiro disfrutaba de encuentros como estos.

Cuando giré, Stefan no tardó en agarrarme de las muñecas con una fuerza de antes carente, tras derrochar unas palabras sin importancia, me levantó y puso mi brazo cerca de su boca y me mordió.
Sabía que aunque tuviera verbena, probablemente se habría hecho resistente.
Le miré y reí.
-¿Eso crees Stefan? ¿qué las rubias son tontas? puede que algunas lo sean, pero te has ido a encontrar con la rubia equivocada.
Le di una patada en la cara con la punta de la estaca que sobresalía del tacón cortándole. Lo cual hizo que gritase de asombro y me soltase.
En ese momento supe que tendría que ser más rápida en atar al corderito.
Saqué una estaca que guardaba en mi bolsillo, mi obra maestra, pues era extensible, y no solo eso, sino que también estaba bañada en cantidades inverosímiles de verbena.
La hice girar y le di en los pies fuertemente por lo que el vampiro cayó al suelo puesto que aún no se había recobrado del corte en su rostro. Avancé hacia el y le lancé la granada de verbena, lo cual le abrasó toda la piel, provocando en el bosque los desgarradores gritos de un vampiro herido y furioso.
Le sonreí de lado, salté haciendo una voltereta en el aire antes de clavarle aquella estaca comparable a una espada cerca del corazón. Stefan cayó semiinconsciente en el suelo.
No podía moverse.
-Si crees que estamos en esta altura del bosque por casualidad es que eres idiota... aquí es donde está el sótano de la familia Lockwood, jajaja.-dije mientras lo arrastraba de los pies por las escaleras dándose golpes el vampiro en la cabeza.
Al llegar, lo até con las cadenas que había bañado en verbena horas antes. Le até las manos, la cintura y las piernas, y le quité el anillo de lapislázuli.
Hasta que no hubo perdido bastante sangre no le quité la estaca, pues así estaría débil y no podría liberarse.
-Espero que estés dispuesto a colaborar viejo amigo, sino te mataré, y sabes que no dudaré.-dije mientras jugaba con su anillo.

Dolor. La mente de Stefan se shokeo cuando una profunda herida le atravesó por la espalda y otras más en los pies e infinidades de su cuerpo. El vampiro gruño molesto, un sonido meramente animal directo de su garganta, bestial y ronco fueron las quejas del vampiro quien se veía derrotado - temporalmente - frente a la rubia quien ya había demostrado no ser tan estúpida después de todo. Haría falta mostrarle la verdad a Meredith, sacar el verdadero monstruo que era el vampiro, al verdadero destripador.
Otro fuerte golpe recorrió el cuerpo de Stefan haciéndolo perder la conciencia momentáneamente. El vampiro cayó totalmente flojo a la hojarasca con la cara sobre la tierra húmeda y con todas sus extremidades sin movimiento. Se sumió en la inconsciencia hasta donde lo había llevado el dolor y la perdida de sangre, su mente estaba nublada y confusa en lugar que aquello sacara la humanidad del vampiro la sepultaba aun más haciendo crecer el desprecio por los humanos y más aun por los cazadores.
Meredith venía de una familia de eso precisamente, de cazadores-eliminadores de vampiros, Klaus había desquiciado a su abuelo y a la joven humana la había dejado marcada de por vida, Meredith se había hecho fuerte creciendo en su interior la aversión por las criaturas como Stefan. Todo eso no servía para nada más que para recordar que ella seguía siendo frágil debajo de toda esa facha de perversa mujer.

Con la idea de destrozarle el cuello Stefan volvió a abrir los ojos, un ardor le recorría brazos, piernas y parte del torso, como pudo el vampiro medio se incorporo solo para mirar a la rubia quien llevaba su propio anillo en las manos. El vampiro volvió aflorar tras el sereno rostro de Stefan, los caninos le aparecieron sin que él los incentivara con su lengua, le ardían por el puro deseo de desagarrar la blanca piel de Meredith y así lo haría se prometió, Meredith lo recordaría por siempre. Por la mente del vampiro ya rodaba una nueva y perversa idea.

Hiciste bien en amarrarme pronuncio el vampiro en medio de jadeos y gruñidos bestiales intentado recuperar su viejo timbre de voz y mirándose las manos y pies con casi gusto. E hiciste bien en colocar verbena, tendrás el suficiente tiempo para correr amenazo con una sonrisa.
Si quieres llevarme al sótano de los Lockwood tendrás que arrastrarme o soltarme para que camine mujer, así de simple fijó su mirada en los cabellos de la chica, él mismo la arrastraría tirando de ellos hasta que se quedara con unos cuantos mechones en sus manos.
¡Vamos cazadora! Si vas a hacer algo, hazlo de una vez. Me fastidia estar sobre el suelo y aburrido no fue una queja, ni un lamento y mucho menos una petición desesperada, fue un reto para la humana. Stefan ya forzaba sus brazos y piernas para soltarse, aguantaría el dolor aunque le partiera la cabeza el ardor pero finalmente se soltaría.
Lo dicho al viejo Stefan le gustaban los juegos sádicos y esté era uno de ellos.

Miré al vampiro que ya estaba despierto ahora sería todo mucho más divertido la verdad, mucha gente pensaría que estoy loca por poner mi vida en riesgo al estar tan cerca de un vampiro tan sádico, pero no, yo estaba preparada para afrontar lo que pudiese caérseme encima.
Lo miré divertida.
-Oh mirad el vampiro malo quiere jugar... que lástima que aquí el juego solo es de uno ¿no? yo para buscar la humanidad simplemente te haré sentir algo idiota...-dije mientras le daba una fuerte patada en la cara, le rompí la nariz, y vi como sangraba pero que en poco tiempo ya se le había curado.
Empecé a caminar por esa especie de cueva donde el aire era frío, girando el anillo de Stefan entre mis dedos, ya quedaba poco para el amanecer.
Ahora le haría sentir.
-Bueno Stefan, ¿cómo te sientes al ver que tu hermanito Damon al que le ordenaste proteger a Elena te la está quitando? porque está más que claro que algo sienten el uno por el otro creo yo... -tras esto le clavé una estaca a escasos centímetros del corazón.
Sonreí.
Me gustaba mi trabajo y aún más poder vengarme del daño que le había hecho a Elena.
Ahora solo faltaba esperar y ponerle más nervioso y furioso.
-Eres un vampiro tan débil que caíste en la compulsión de Klaus que vergüenza das a toda tu raza...
débil, engañado, odiado... -dije riendo mientras le lanzaba una fina estaca con mi lanza flechas a uno de sus hombros.
Era lamentable mirar a aquel que un día creyó ser que podría llegar a ser humano.
Si era una bestia.
Me acerqué a él y me arrodillé apoyando la ballesta en mi rodilla.
-En serio tío si querías tanto a Elena ¿cómo te dejaste vencer tan fácilmente? -dije curiosa.

Stefan callaba, gruñía, se quejaba y retorcía producto del dolor, pobre vampiro sádico sufriendo y gozando al mismo tiempo por que así era el viejo destripador, no le importaba llevarse un poco de dolor si después el podía provocarlo. Si tal solo pudiera deshacerse de las sogas y lo intentaba, movía las muñecas y pies intentando zafarse, sus extremidades sangraban y se curaban en pocos segundos volviéndolo presa de un dolor interminable cuando la piel viva le ardía por la verbena. Pero ahora le habían entrado unas ganas tremendas se zafarse ya que la estúpida rubia tenía su anillo en sus manos y el sol estaba por salir, Stefan aun tenía varias cosas antes que morir, su amor propio lo animaba a zafarse.
Las preguntas empezaron a salir de la boca de la chica y el las respondió todas igual que lo hizo su mente y su maldita humanidad.
¡Bastardo! ¡Eso es lo que eres Damon, juro por dios y por todo lo que soy que te voy a arrancar los colmillos! gritaba fúrica la voz con conciencia dentro de él.
Para que carajos quiero una humana como pareja, cuando puedo tener a vampiras más poderosas a mi lado escupió las palabras sin piedad Esta bien que disfrute Damon de ella, mientras su cuerpo humano aguante rió saboreando su propia sangre que le escurría hasta los labios.

Vino otra pregunta y el vampiro siguió contestando.
No tuve opción... Klaus es más poderoso, el salvo a mi hermano, tenía que hacerlo. Tenía que ceder.
No Meredith, no me da vergüenza. Gracias a la compulsión Klaus me hizo salir de mi error al querer ser uno de ustedes, quien demonios quiere convertirse en un ser que no puede enfrentarse limpiamente y con dignidad a otro. Al menos entre vampiros no requerimos de sogas o estacas, nos partimos la cara sin trucos bobos era de esperarse que el vampiro de la vieja escuela estuviera acostumbrado a las peleas limpias y de caballeros, con espada en mano como se acostumbraba en Italia, o a puño cerrado como en las peleas callejeras de América. Le molestaba y le ardía el pecho de coraje que la rubia le hubiera atado en lugar de enfrentarlo correctamente, pero que se podía esperar de una chica.

La chica seguía clavandole cosas a Stefan y este seguía retorciéndose cada vez que ella lo hacía, la estaca en el pecho lo hizo revolcarse en la tierra igual que la flecha en su hombro, pero todo estaba planeado. La última vez que el vampiro se retorció logro sacar manos y pies y por último con el ardor en las manos se rompio la soga de la cintura, se levanto de inmediato moviéndose a velocidad vampirica. Lo primero que hizo fue atestarle un golpe a la chica en el estómago con toda su fuerza, le pego en el centro, aun no quería romperle las costillas solo sacarle el aire. La tuvo en el suelo por el golpe y esta vez fue el turno de Stefan de posarse sobre de ella desarmandola y buscándole el anillo por todas partes hasta que lo encontró. De inmediato el chico se lo saco de los dedos y se lo puso en uno de los suyos volviendo a levantarse.

No me deje vencer, aun la amo, con toda mi alma. Mi ángel, eso es Elena para mi, es la persona ideal para mi en todo el mundo, sus pensamientos están sincronizados con los míos, solo ella me entiende y ahora la estoy perdiendo pero tenía que salvarla. Perder su amor fue el precio por mantenerla viva
Pero eso no fue lo que Stefan contesto, solo fue lo que su mente humana le hubiera dicho a Meredith, como respuesta el vampiro dejo que la chica se levantara y el mismo fue quien tomo una de las estacas pequeñas para hacerle un corte en cada muñeca y después volver a alejarse. Por todos los demonios, como agradezco la velocidad vampirica se dijo viendo sangrar a la joven, tal vez le diera otro par de mordidas.
Sabes por que me deje vencer hablaba moviéndose de un lado a otro haciéndole imposible a la chica mirarlo por más de dos segundos.
Por que hay cosas más apetitosas que ella pronuncio al final detrás de ella tomandola por la cintura y apretándola con fuerza, pudo escuchar un leve crujido, una costilla estaba por ceder si volvia a hacerlo, pero en su lugar Stefan mordio el cuello de la joven con fuerza, no solo una vez, sino dos veces más procurando desgarrar un poco de piel.
Un empujón le dio a la chica alejándose de ella Hay cosas más apetitosas como tú sonrió lascivo el vampiro mirándola otra vez apartado de ella. Con veloces movimientos el vampiro tomo una de las sogas que aunque le quemaron las manos tuvo valor para aguantar las llagas que le genero la verbena, pero le amarró las manos a la chica. Es mi turno de jugar Meredith. Y sabes que ya empiezo a sentir daba vueltas alrededor de la chica mirándola con un brillo divertido en los ojos Siento que me enamoro de esta nueva humana, más valiente, más sádica, casi tanto como yo. ¡Oh, sí! Mi corazón palpita por mi Meredith Sulez, que dices quieres un beso se burlo el vampiro, el no tenía miedo ni remordimiento por golpear a una chica, pero con Meredith se detuvo, haría algo más que golpearla, volvió a morderla en el mismo lugar que antes.

Lo único que pude pensar antes de que esa bestia asesina se me echase encima fue mierda. Sentí aquel golpe rápido y seco que me dejó sin respiración por unos largos segundos.
Caí al suelo dando grandes bocanadas buscando aire, y al fin lo encontré. Me toqué el estómago me dolía mucho el golpe pero no tenía nada roto todavía... Estaba segura de que el destripador iba a buscar su venganza.
Luego cuando pude levantarme le miré con odio y volvió a moverse rápidamente, y antes de poder reaccionar lo tenía detrás de mí, me abrazó por la cintura buscaba romperme las costillas el muy cabrón , le di un puñetazo en la cara y me soltó con un fuerte empujón. Me arrastré por el suelo tratando de visualizar el revés de la situación, pero no tenía tiempo ni para pensar, pues Stefan con una estaca, me hizo un corte en las muñecas.
-Eres un bastardo pero me alegro, ¿sabes por qué? porque te he echo enfurecer con mis palabras, te he hecho sentir rabia y dolor, y por eso te ensañas conmigo, lo veo en tus ojos, pues veo en ellos un atisbo de humanidad que antes no había.
Tras estas palabras, Stefan se abalanzó sobre mí y me mordió el cuello. Me dolió pero no lo iba a dejar ver, jeje. Yo era valiente y testaruda.
Reí al verle enfadarse y atacar de nuevo.
-El enfado, una característica muy humana la verdad... pero es que claro tu siempre has sido muy humano incluso que los mismos humanos.
Después y aún sintiendo esa rabia me ató con las cuerdas que yo le había atado a él.
Bien me divertiría así un rato y ya después me liberaría y volvería a poner bien la situación.
-¿Qué crees que ganas siendo así? dime porque me interesa la verdad.-dije mientras le miraba con odio y a la vez con una sonrisa de lado.
Era interesante estudiar a aquel vampiro lunático la verdad.

El vampiro respiraba con profundidad intentando mantenerse calmado, aquella mirada llena de cólera que le había dirigido a la chica desaparecía conforme su respiración se hacía más pausada. Nunca antes Stefan se había encontrado con una mujer que le desesperara tanto, excepto, Lexi. ¿Podría ser Meredith una reencarnación de aquella vampira? Lo dudaba, pero tenían mucho en común, ambas podían ser sumamente pesadas cuando se lo proponían.
Tal vez deberías hacer sanar sus heridas pensó momentáneamente el vampiro y con una sacudida de cabeza se deshizo de aquel pensamiento humano. Se lo merecía, ella le había metido unas cuantas patadas, su piel había ardido hasta casi hacerlo revolcarse en la tierra por el dolor, unos pequeños cortes no le harían nada.
Me ensaño contigo. Por favor, no digas eso se burlo y rió a carcajadas No vengas con la pose de niña indefensa Meredith, por que no voy a sentirme vulnerable contigo, no voy a tentarme el corazón ni a detenerme a pensar si te mato o no. Por el contrario pensaré como voy a hacerlo declaró acercándose a la rubia, aun saboreaba la sangre de la chica en los labios, no era el sabor del hierro, era más bien una dulce y enigmática mezcla de sabores que hacían diferente a cada persona, todo dependía de lo que se alimentarán y Meredith parecía llevar una dieta balanceada. Stefan sonrió por sus pensamientos.

Ella podía darle toda una cátedra sobre los sentimientos humanos, lo cierto es que los vampiros también tenían esos sentimientos pero sin tantos miramientos.
Vamos Meredith, el hecho de ser vampiros no es significado a ser unos robots. Somos ambiciosos, nos molestamos con otros, incluso podemos creer enamorarnos como yo hace tiempo. Pero olvidemoslo, eso fue muy patético, lo que quiero decirte es que no somos tan diferentes, es solo que yo no me cargo con la bola de remordimientos como ustedes. Una vida humana es para mi, como una mosca muerta en el parabrisas de mi auto se encogió de hombros mirando a la chica acercándose, rodeándola, algunas veces tocando sus cabellos. Ahora comenzaba a aburrirse.
Haces muchas preguntas murmuro Stefan, no quería dejar a la chica con sus preguntas sin responder, de hecho le gustaba la idea de contestar sus estupideces.
¿Que gano? Montón de cosas rubia. Verás en primer lugar me gusta ser un cabrón, segunda tengo mayor libertad no remordimientos, no penas. Pero tal vez tu no entiendas eso el vampiro se agacho un poco para mirar a la chica a la cara y sostener sus ojos Tal vez deba de convertirte en un vampiro para que lo comprendas ¿Qué dices? Tu también quieres un par de colmillos y no tener humanidad le propuso el vampiro ahora espaldas a ella tomándola por los hombros. Justo eso era lo que quería el vampiro, llevar a cabo un intercambio de sangre con ella y bam! Toda una vampira rubia.

Sí, sin duda sus respuestas eran tan inútiles e idiotas como lo era Stefan en aquellos momentos que se mostraba petulante y se creía triunfador. Mientras caminaba lado a lado, sin hacer ruido conseguí deshacerme de mis ataduras, pero no lo demostré. Stefan comenzó a dar vueltas alrededor mío.
-Los vampiros son peor que ser robot los robot no son depredadores tú sí destripador.-dije mientras reía divertida por las locuras y sandeces que salían por la boca de Stefan.
De verdad si creía que ya se había deshecho de su parte humana, me demostraba cada vez más que no.
-¿No lo ves aún? eso que sientes ahora, la maldad, la ironía... son sentimientos humanos, algo locos, pero humanos, salvaste a Elena cuando se lanzó de las gradas y no dudaste ni un segundo en rescatarla, humano. Dudas cuando hablas, humano. Tu mirada muestra despojos de remordimientos, humano.
Tu amiga Lexi te lo demostró y si es necesario yo lo haré también, humano.-dije todo esto con decisión y mayor énfasis en la palabra humano.
Entonces Stefan se situó detrás mío y me amenazó de convertirme en vampiro para saber que se siente.
-Salvaste a tu hermano Damon, humano, no es menester más pruebas de tu inmortalidad idiota.-dejé caer las cuerdas al suelo y le di una fuerte patada en el estómago mandándole a la otra pared.
Me tocaba jugar nuevamente en mi campo. Saqué la estaca que se hacía más grande y la giré sobre mi cabeza antes de atestarle varios estacazos a Stefan.
-Mira que bien ya salió el sol. Es la hora se sufrir.-le clavé la estaca cerca del corazón por lo que se quedó inmóvil. Le clavé algunas más para que perdiese sangre y le até esta vez con unas cadenas y le quité el anillo del dedo y guardé en mi bolsillo.
Descorrí la cortina del agujero que imitaba a una ventana para que el sol alumbrara a Stefan.
-Ten es malo estar tan pálido.

¡Por todos los demonios Meredith! grito el vampiro con fuerza cuando el sol le alumbro el cuerpo. Había perdido el conocimiento hasta hace unos segundos gracias a los múltiples estacas que la rubia le había clavado en el pecho y no fue hasta que el sol había pegado en su piel haciéndolo abrir los ojos por el ardor cuando su mente volvió a la marcha. De nueva cuenta había dejado su guardia baja por dejar que su humanidad entrara de nueva cuenta.
No lo vez pedazo de idiota, que cuando haces eso solo sales perdiendo gruño la voz menos racional de Stefan, aquella que le pedía que dejará sus costumbres humanas y se inclinara por las más grotescas y vampiricas antes imaginadas. Debía pararla, detener que siguiera saliendo pero era imposible sobre todo cuando Damon estaba en algún lío, el hombre era su hermano tenían para bien o para mal la misma sangre y Stefan siempre lo dejaría todo por él. Elena solo había sido salvada por la compulsión de Klaus, pero Damon, carajo el vínculo de hermanos era mucho para que el destripador lo soportara.
Si sigues haciendo estas cosas en verdad voy a terminar matándote, no seas humana, no seas estúpida. Piensa, usa tu cabeza rubia y oxigenada rugió de nueva cuenta el vampiro alejándose a una esquina bien apartada del sol. Estúpida finca Lockwood.

¡Tú no eres Lexi! Ella lo hizo de manera muy diferente, la tortura física no me sirve para nada, debiste de haberte informado antes esta vez fue él quien soltó una gutural carcajada llena de acidez ¡Tú no eres mi amiga! y ella si lo había sido pensó y volvió a decir al final Si quisieras hacer una mínima parte de lo que ha hecho ella, deberías dejarme convertirte en vampiro ¿Quieres que sea un vampiro humanizado? Tu única opción es dejarme convertirte su voz se hizo cada vez más suave, volviendo a la calma.
Y no dudare otra vez Meredith Sulez así que no me hagas de verdad salir de mis cabales. Así como tu dices que puedo salvar a Damon y Elena, también les he provocando dolor y contigo no voy a hacer la excepción. Es tu última oportunidad cariño, déjame marcharme, dame mi anillo y tal vez solo entonces podamos ser amigos se encogió de hombros rematando con una voz sarcástica O enemigos o lo que tu quieras.

Ahora reí yo nuevamente.
-¿Ya deliras? Lexi... ni sé quien es ni creo que me importe demasiado.-dije mientras jugaba con una estaca entre mis dedos. Stefan estaba débil pues perdía mucha sangre. No se movería de donde estaba y yo no iba a liberarle... aún. Me acerqué a él y me agaché para mirarle a los ojosfijamente.
-Te diré una cosa, la tal Lexi supongo que es esa amiga vampira tuya que murió, bueno eras un destripador, y tenías tu parte humana oculta no compulsionada y apartada como ahora la tienes.-le expliqué seria y sincera. -Por lo cual si la situación cambia... los métodos también lo hacen.-dije mientras le dedicaba una triste sonrisa.
-Cuando Elena se lanzó de las gradas como ya te he dicho, no dudaste ni una centésima de segundo en salvarla, y no porque fuese la bolsa de sangre de Klaus, sino porque ese sufrimiento de verla muerta pasó por tu mente y no querías que eso ocurriese porque aún la amas, porque no quieres perderla... deduje de ello que solo las situaciones más extremas sacan lo "mejor" de ti Stefan.-recordar todo el dolor de Elena, y sentir lo que el verdadero Stefan estaría sintiendo, me mataba, pero yo no era de las que se echaban a llorar, sino de las que sufrían y se tragaba el dolor.
Cerré los ojos y alargué mi mano hacia la de Stefan.
-Si entendieras lo que sucede a tu alrededor y lo que hacemos tus amigos por que vuelvas, tu propio hermano ha hecho locuras para que regreses y no ha logrado nada... pero creo que ya lo sabes Stefan...-dije mientras cogía su mano para que notase que era sincera.