Y si yo... ( James)

Fernando y Sara habían salido esa noche a vigilar. Parecía una noche tranquila, una fría y solitaria noche. La casa donde vivían era bastante modesta. No querían llamar mucho la atención. Lo que sí tenían muy bien cuidado es un jardín con cerco de madera, un camino hecho con rocas planas, como de cuento de hadas. Habían rosas rojas, blancas y amarillas. El cesped estaba perfectamente cortado. Habían plantas de salvia, flores de lavanda, verbena, ajenjo, sábila, entre otros. Era algo muy bien cuidado. En la entrada había un roble muy alto, con los colores del otoño. La casa aunque era sencilla, daba el aspecto de una casa de cuento de hadas. La ventana de la habitación de Reichen daba hacia ese roble. Se disponía a leer un libro llamado " Wicked". Le parecía un tanto mal redactado, pero la historia era interesante a fin de cuentas.


Recostado en su cama, dejó el libro de lado, y bebió un sorbo de te de manzana con canela. Era delicioso, y ese sabor ácido de la manzana lo ponía de lo más contento. Suspiró profundamente, y a su mente llegó James. ¿ Qué tenía ese chico que lo tenía siempre pensando en él? ¿ Cómo es que estaba tan feliz por haber conocido a alguien así? Era casi perfecto.


- De verdad que soy un idiota- Rió para sí mismo. - Ay, James. Estoy totamente arruinado.

Lo único y mas interesante que James podía hacer esa noche era, muy seguramente, pasear un rato por el pueblo. No tenía gran cosa que temer a excepción de los monstruos acechantes del mundo sobrenatural, pero ya se encargaría de eso si tal fuera el caso. No tenía la mayor preocupación por algún borracho, ladrón o cualquier maleante que se le pudiera acercar, puesto que los podría controlar con un sencillo uso de sus poderes. Caminó un buen rato por entre las calles hasta llegar a un barrio bastante bello, y de por sí alejado de su casa, hasta encontrar una casa en particular, que si bien no era diferente de las demás, exhalaba una esencia que le parecía conocida.

Se dirigió lentamente la jardín de la casa, y a cada paso que daba se encontraba más seguro de que aquella esencia mágica solo podía pertenecer a Reichen. Algo había en ese joven desde que lo había conocido que ahora se lo encontraba por doquier, y sin embargo, tenía deseos de encontrarse con él, al fin y al cabo siempre estaba dispuesto a encontrarse con algún portador de magia con el que podría entenderse fácilmente. Quiso entrar de la forma menos convencional que le fuera posible y encontró prontamente la forma tras observar a su alrededor.

Un árbol cercano a la ventana del segundo piso, aquella de la que se desprendía mas fuerte el efluvio, le iba a servir como acceso directo a la ventana, debido a la inclinación de una de sus ramas. Lo más complicado sería llegar hasta aquella rama, aunque no tuvo que pensarlo demasiado puesto que encontró, esparcidas por el lugar unas cuantas piedras que, tras moverlas con magia, le sirvieron perfectamente de escaleras. No tardó demasiado en estar sentado frente a la ventana sin que Reichen se diera cuenta mientras lo observaba con un libro entre las manos. Abrió la ventana con magia de forma un tanto violenta tan solo para poner en alerta a Reichen.

- No está de más venir a hacerte un poco de compañía, ¿verdad?

- De verdad que soy un idiota- Rió para sí mismo.- Ay, James. Estoy totamente arruinado.


Segundos después escuchó un ruido seco. La ventana se había abierto de golpe, y Reichen puso los ojos como platos. Saltó de un brinco de la cama. Su corazón comenzó a acelerarse, y se enrojeció un poco. Llevaba puesto un pijama color rojo, a cuadros, de franela, medias negras, y estaba algo despeinado, por estar recargado en la cabecera de la cama leyendo el libro. Sus ojos no daban crédito a lo que estaba viendo. James, el chico que acaparaba sus pensamientos, se encontraba frente a él. Tenía demasiado temor de que le haya escuchado lo que dijo.


- Oh, James!! - Dijo casi tartamudeando. - ¿Qué ... qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste? - Estaba sumamente sorprendido, además de emocionado.James, estaba ahí, y juraba estar soñando. Se puso algo rojo, y de repente, un juego de tres velas gruesas y altas, con olor a vainilla se encendieron , estaban en una repisa cerca de su ropero, como decoración.


- Te juro que yo no hice eso - Volteó a ver las velas, y a él, y luego de ese momento se acercó a él a recibirlo con un fuerte abrazo- Me da mucha alegría el que me hayas encontrado.

El nerviosismo y la sorpresa se delataban a la perfección en el rostro de Reichen gracias a su color rojizo que apareció tan pronto como supo que James se encontraba en el lugar. Todos esos pequeños detalles que James veía lo hacían confirmar una idea vaga que traía desde aquel encuentro en la escuela, y lo sorprendió un poco cuando unas pocas velas se encendieron gracias a la magia que, obviamente, no había producido James. Reichen se disculpó con el argumento de que no había sido el causante de aquel acto, pero por supuesto estaba tan nervioso que su tono de voz revelaba la verdad.

Después del saludo y el bochornoso acto al que el Cromwell solo dedicó una sonrisa, se dedicó a pasear un rato por la habitación y observar la vestimenta de Reichen, que por lo que parecía estaba dispuesto a irse a dormir. Se sentó en el borde de la cama y tomó el libro que anteriormente lo había encontrado leyendo, claramente de literatura fantastica como, sabía, era la lectura preferida por los poseedores de magia.

- Estaba caminando por estos lugares cuando me encontré con cierta esencia conocida que me condujo hasta este lugar. Supongo que no tendrás problema en que me quede un rato. Estaba pensando que, para que no suceda aquello que pasó con las velas - Se rió un poco al recordar el acontecimiento - entrenemos un poco con tus poderes para que puedas manejarlos mas adecuadamente.

Se encontraba sumamente asombrado por la manera en la que James lo había hallado. Un chico como él, parecía ser peligroso pero auténtico en todos los aspectos. Pese a que Reichen tenía completo dominio de la magia, su aspecto emocional lo hacía parecer como un completo idiota. Sus poderes salían fuera de control cuando se sentía nervioso, o demasiado feliz, o si algun pensamiento lo perturba. James era esa persona que podía llegar a ponerlo un tanto distraído. Ese momento de las velas, era obvio que fue Reichen quien lo hizo, lo que no se podía explicar era como se le ocurrió prender unas velas aromáticas. James se sentó en la orilla de la cama, y lo contempló despacio, perdiéndose en sus ojos azules. Se contuvo y le dijo:


- ¿Ayudarme con mis poderes? ¿ Por qué querrías ayudarme? - Preguntó curioso. Se cruzó de brazos, y se recargó en la cabecera de la cama. - Sólo abro candados y puertas de manera agresiva, prendo velas, y hago llover hojas lentamente. ¿ Lo ves? Tengo todo controlado .- Hubo una pequeña pausa en sus palabras y agachó la mirada.- Bueno, no todo. Pero no vale la pena mencionarlas. - Compuso una sonrisa, y después dijo- Bien, enséñame lo que quieres que aprenda.

" ¿Qúe me está pasando contigo?"

" James... James... ¿ Por que me siento tan feliz de verte?" Pensó para sí mismo, al contemplar el rostro de James.

James tuvo que hacer un esfuerzo prácticamente sobrehumano para no desternillarse de risa al escuchar todo lo que podía "hacer" Reichen. Abrir candados y puertas, producir fuego de manera limitada y tener un nivel de telequinesia claramente inferior al de un hechicero normal. El Cromwell estaba más que seguro de que Reichen requería de un entrenamiento más profundo y estricto que el que James había tenido con su madre. Un movimiento de manos bastó para alcanzar algunos libros que había encima de un escritorio de la habitación, y tras abrirlos se dio cuenta de que eran libros de literatura comunes y corrientes.

- En primer lugar un poco de entrenamiento en la telequinesis avanzada no te vendría nada mal, así como aprender un poco más de piroquinesia y algunos conjuros importantes. ¿De casualidad no tendrás un libro de verdadera magia? Nos vendría muy bien en esta sesión de estudio, necesitas mucho entrenamiento.

Finalmente se paró de la cama en la que estaba sentado mientras buscaba algún otro libro que se encontrara por allí y buscaba materiales que pudieran serle de ayuda. En eso, plenamente consciente de que deberían producir fuego si quería enseñarle, se sacó la chaqueta que llevaba y la dejaba encima de la cama, mientras desabrochaba el primero botón de su camisa. Por el momento tenía todo el frío que podía traerle la ventana abierta, pero sabía que dentro de poco entraría en calor.

Reichen miró como James se quitó su chaqueta y desabotonó el primer botón de su camisa, dejando entrever algo de su musculoso pecho. Reichen tragó saliva, pero se controló, cualquier reacción hormonal podría desencadenar algo que posiblemente acabaría en tragedia. James se burló de su literatura de fantasía urbana. Fue entonces cuando decidió compartir su secreto. No tuvo más remedio que exponerse ante ese chico. Quizá no tendría nada que perder. Caminó a la mitad de su habitación, y retiró un tapete grande, dejando ver en el suelo un circulo perfectamente dibujado. Estaba grabado en el suelo, y tenía dos centímetros de profundidad. Caminó hacia su armario, y sacó una caja de madera, con velas de varios colores, los cuales puso en las cuatro posiciones: Una vela verde para el norte, una vela roja para marcar el sur, una vela azul para el este y para el oeste una amarilla.

Tomó del brazo a James, llevándolo consigo al centro del círculo. Su olor era el de un hombre lleno de magia, tenía una esencia que podía hechizar a cualquiera que lo conociera. Sacudió su cabeza, para deshacerse de pensamientos que pudieran distraerlo. Se concentró y atrajo hacia sí mismo un bote de sal, volaba alrededor de ellos para dibujar el círculo perfectamente y llenar los espacios perfectamente. Y para un toque final, del armario salió volando un libro grande, cubierto con piel teñida de verde pasto, y el rostro del hombre verde en la pasta, parecía como si fuera a salirse de la portada. El libro era hermoso, y algo viejo. Era su Libro de las Sombras, en el que su abuelo y él trabajaron juntos desde hace mucho tiempo.

- Creo que estoy listo, James. Ya tenemos todo listo. Solamente dime lo que tenemos que hacer, y en este momento, estoy a tu disposición. Te comparto lo más sagrado que tengo, que es mi libro de las sombras, pero, ya cuando lo abras, sabrás quien soy en verdad, y que cuando te enteres, quizá corras peligro. - Le entregó el libro en sus manos, que era como entregarle su corazón a alguien. Tenía miedo de sí mismo, de que James llegara a huir de él.

Le sorprendió de sobremanera el hecho de que Reichen se hubiera revelado de tal forma en tan solo el poco tiempo que James había permanecido en esa habitación. Algo había en ese joven que se exhalaban confianza mutua, de forma que no desconfió cuando lo tomó del brazo (Ni siquiera con esa extraña y confusa sensación de tocarlo) y lo llevó directo a un circulo que tenía debajo de la alfombra. Aún no se habían soltado del brazo, lo que hizo que James pudiera agarrarse a él con más fuerza.

No ocultó su sorpresa al ver como se encendían las velas y volaba del armario un grueso libro que, claramente se parecía demasiado a un grimorio, lo que dejaba a entender que Reichen no era tan novato en la magia y que probablemente sus descontroles con esta fueran solo parcialmente injustificados. Con el libro entre las manos, James lo observó rapidamente antes de escuchar la adevertencia de su amigo con respecto al peligro que podría correr si se llegaba a enterar de la verdadera esencia del joven Morgan. Esto, en lugar de ser un factor que lo detuviese, lo impulsó aún más a abrir el libro y cuando lo hizo, solo observó la primera página, puesto que no pudo continuar con ninguna otra hasta develar el misterio que le rondaba por la cabeza.

- De acuerdo, me encuentro confundido con lo que dijiste acerca de tu verdadera esencia. ¿Hay algo peligroso que debas ocultar y que te impida recordar que soy un hechicero medianamente experimentado que puede manejar algunas situaciones?

James lo miraba sorprendido al haber hecho todo aquello. Reichen estaba revelando parte importante de su vida, de sus secretos. ´Reichen tomó aire, y comenzó a hablar:


- Soy huérfano. Mis padres murieron en un accidente hace años. Pero antes de que ellos fallecieran, descubrí que yo era un hechicero. El segundo hijo de cada generación de Los Morgan, es un hechicero o una bruja en potencia. Hay quienes renuncian a sus vidas de magia, y se convierten en otra cosa,como sacerdotes, pastores, y otras cosas. Yo heredé los poderes de mi abuelo, y los descubrí cuando robaban mi casa. Lancé a dos tipos hacia afuera con Telekinesis . - Tomó un poco de más aire, el calor de las velas le hacía sentir paz, además del hecho de estar cerca de James.- Mi hermano, Raleigh, el mayor, tenía celos de mí, porque decía que todos me querían porque yo era especial. Alguien lo convirtió en vampiro, y volvió para buscar venganza. Pude defenderme, creándole algo en su mente, como una especie de dolor de cabeza. Pude huir, y mi abuelo me mandó lejos, con mis tutores, quienes fungen como mis supuestos padres.

Realizó una pausa, estaba a punto de que una lágrima brotara, pero se contuvo, y tragó saliva, respiró un poco y continuó con la historia- Mi hermano me está buscando para matarme, y por eso nos ocultamos aquí, lejos de California, que es de donde vengo en verdad. Puede aparecer en cualquier momento, pero mis protectores se han encargado de hacer hechizos cambia olores, esencias con hierbas y esas cosas. Pero sucede que, no controlo mis poderes cuando estoy nervioso, y desde entonces, hay veces que no puedo controlarme.

Agachó la mirada, aceptando que había mentido en algunas cosas, pero, no podía exponerse así, y menos de esa manera. James comenzaba a importarle mucho, y esa conexion entre los dos era tan extraña, pero tan real, que Reichen comenzaba a perder el miedo a abrirse.



-Esa es mi historia James- Dijo con un hilo de voz.

La revelación de la que James estaba siendo testigo no tenía precedentes, y algo así no era que se pudiese decir muy a la ligera, lo que confirmaba la importancia que le tenía Reichen a James, así como el aprecio que empezaba a nacer por parte de James hacia el Morgan. El hecho de tener una vida tan trágica lo hizo pensar y reflexionar. Si bien antes deseaba ayudar a Reichen con sus poderes ahora tenía una razón más por la cual estar cerca del joven y era para protegerlo que quien hiciera hacerle daño, puesto que una relación de amistada empezaba a nacer entre esos dos.

James no tenía ni idea de lo que debía hacer o decir, pero estaba seguro de que no podía quedarse allí sin hacer o decir nada cuando su amigo se había abierto de esa forma. Lo miró directo a los ojos y movió, evitando el contacto físico y con pura magia, el rostro de Richen para que no observara el suelo de su habitación sino que lo mirará a él. Dio unas cuantas palmadas a la espalda del joven, señal de que lo estaba escuchando y lo apoyaba, mientras no apartaba la mirada de esos profundos ojos que algo lo hacían sentir, algo extraño en lo más profundo, un extraño deseo.

Bajó y subió cautelosamente la mano derecha por la espalda de Reichen, como dandole una caricia amistosa, mientras pensaba en algo que pudiera decirle. Si podía estar seguro de algo era que iba a usar su poder para impedir que lastimaran a sus seres queridos, y aquel joven que se había convertido en su amigo empezaba a ganarse ese titulo.

- No creo que debas preocuparte por lo que te pueda suceder con tu hermano. En este pueblo no somos las únicas criaturas sobrenaturales y si algo quisiera hacerte tu hermano, primero tendría que pasar por varias criaturas que, de seguro, no estarían felices de verle.

James se acercó tanto a Reichen, que este sintió su caluroso brazo en la espalda, mientras que Reichen, tenía el rostro cerca de él, a unos cuantos centímetros de sus labios perfectamente dibujados, los cuales emitían una voz que lo hacía sentir protegido. Reichen, contemplaba los ojos azules de James, no podía mirar hacia otro lado, y en verdad no quería mirar hacia otro lado. Su corazón palpitaba demasiado rápido, entonces, fue cuando despues de demostrarle que estaba protegido, y que no tenía nada que temer, por más que peleaba con fuerzas con ese sentimiento que llevaba dentro, le correspondió a sus brazos, y lo envolvió en un abrazo tierno y dulce, reposando su cabeza en su hombro.


Las velas emitían una llama aún mas fuerte, el libro permanecía en el suelo, a salvo. La ventana se cerró lentamente, las demás velas que habian alrededor de la habitación, se prendieron tambien. Un ligero viento apareció, a pesar de que la ventana permanecía cerrada, y un ligero calor y olor se esparcía. Reichen cerró los ojos, y visualizó un bosque en su propio cuarto, árboles frondosos, pasto verde, hojas cayendo de los árboles, y estaba abrazando a ese chico, a quien decidió no dejar ir, porque siempre quiso a alguien así, aunque no sabía exactamente lo que estaba pasando.


- Creo que tu y yo estamos siendo bendecidos por el Dios y la Diosa - Se alejó un poco de James, y tomó ambas manos, entrelazandolas con las suyas. Aquello significó una conexión entre los dos, y el la habitación corrió mas aire puro, cargado de olor fragante a pino, lavanda, secuoya, todos esos olores se desprendían.


- Es hora de entrenar, James - Esbozó una sonrisa amplia.

- Creo que tu y yo estamos siendo bendecidos por el Dios y la Diosa.

Fueron esas palabras, y el hecho de que, sin entender muy bien como lo habían conseguido, se habían enzarzado en un abrazo que pretendía ser cariñoso, el principal detonante de lo que sucedería a continuación. James procuró soltarle lo más rápido que pudo de los brazos de Reichen, reprimiendose a si mismo y preguntandose mentalmente que demonios era lo que estaba haciendo. Pensó por una milesima de segundo que tal vez fuera mejor irse de ese lugar y dejar de pensar en Reichen de forma mayoritaria a una amistad, puesto que eso era lo único que el joven Cromwell deseaba con el hechicero Morgan.

Probablemente fue toda esta confusión y los factores anteriormente mencionados los causantes de aquello. En medio de la habitación de Reichen, con la falsa certeza de que podía controlar sus poderes al cien por ciento, la confusión produjo en James algo que nunca antes había experimentado. El fuego de las velas se multiplicó, la llama creció enormemente y la habitación empezó a descender a una excesiva cantidad de grados, llegando al punto de ser insportable y casi mortal esa temperatura para cualquier humano corriente. Los libros de las estanterías, las cosas en el escritorio, las sillas y las cosas que facilmente podían ser manipulados por la telequinesis empezaron a volar de forma descontrolada y violenta por la habitación, sin que ninguna se quemase por la magnitud del fuego.

Por último y sin duda el factor más peligros de la duda y el poder que estaba mostrando James, los cristales de las ventanas se hicieron añicos en un estrepitoso trueno, al igual que las paredes de la habitación comenzaban a convertirse en polvo y la madera de la puerta se astillaba incontrolablemente. No entendía que era lo que sucedía con sus poderes, pues nunca cuando estaba en sus mejores condiciones había conseguido hacer algo como lo que estaba ocurriendo y dudaba que pudiera hacerlo si lo intentaba otra vez cuando recuperara la calma. Si bien la confusión rodeaba a James, lo circundaba principalmente la ira, una ira de fuente desconocida que lo hacía desear irse inmediatamente de ese lugar y ocultarse en lo más profundo de su casa.

La calma fue apoderándose lentamente del joven Cromwell, quien intentaba entre hechizos, movimientos de mano y palabras in entendibles deshacer todo el caos que había armado y del cual, esperaba, ningún mortal se hubiera dado cuenta. Tan solo esperaba que Reichen lo ayudara a arreglar ese desastre sin preguntar la razón de ello, puesto que ni siquiera James conocía las razones por las cuales habían sus poderes causado tanto alboroto y porque tenía ese impresionante deseo de regresar a su casa o preferiblemente a Londres y olvidarse de Mystic Falls, o más específicamente de Reichen, por un largo tiempo.

Reichen se puso algo tenso por la reacción de James. Al parecer algo que había hecho, lo había decepcionado. Ahora que lo había encontrado, ahora que había conocido a alguien maravilloso como él, alguien casi perfecto, sentía que podía perderlo en cualquier momento.

Entonces agachó la mirada, y cuando el cuarto comenzó a ser una revolución, Reichen levantó las manos y pronunció un conjuro que Sara le había enseñado, cuando tenía que limpiar todo en tiempo record.


"Lo que se haya roto sea armado,lo sucio sea limpiado, lo desordenado sea acomodado, y el mal sea cancelado"

Y de repente, todo aquello volvió a su lugar. Los libros regresaron a sus estantes, a excepcion del libro de las sombras,las ventanas se restauraron, y las velas se apagaron de golpe, quedando solamente prendidas las velas del círculo. Todo se quedó en completo silencio, y se dejaban escuchar solamente los ruidos que el viento hacía con los árboles.

- James... ahora que te he encontrado, no quiero deiarte ir.- Agachó la mirada de nuevo- No sé que demonios me ha pasado contigo, no sé que fue todo esto, pero sin duda, tenemos algo. Me encantaría descubrirlo contigo. No te pido que estes conmigo las 24 horas del dia, los 7 dias de la semana, pero por lo menos, déjame descubrir al gran amigo que hay en tí, lo lo que sea que haya encontrado.- Despues de decir esto, puso su mano en su hombro en señal de apoyo, o quizá, aferrandose a James.


- ¿ Entonces no me entrenarás? Esto creo que no me enseñó a defenderme de nada, y mucho menos a controlarme - Dijo eso último con una leve carcajada.

Para la buena suerte de James, Reichen encontró un buen conjuro con el cual habría de ordenar y arreglar todo lo que la descontrolada magia del Cromwell hizo durante su momento de descontrol. Respiró profundo, intentando calmarse y encontrar los motivos por los cuales se había puesto de tal forma y, más importante aún, los motivos por los cuales tenía ese enorme e irrevocable deseo de saltar por la ventana y huir, dejar a Reichen en ese lugar, solo sin importar lo que pudiera pasarle a él o cualquier otro.

Escuchó atento las palabras que le dedicó el joven Morgan, y sin embargo no fueron suficientes para desterrar ese deseo, pero si por lo menos hicieron que su fuerza de voluntad creciera un poco más para aguantar un poco más de tiempo en esa casa. Se alejó un poco de Reichen tan solo para evitar cualquier tipo de contacto físico, fuera este premeditado o accidental. Pensó rápidamente en lo que pudiera decir o hacer que pudiera ayudar al joven a controlar sus poderes tal y como lo había prometido y que fuera algo sencillo que no requiriera de canalizar poderes o energías.

- Por supuesto que voy a entrenarte, pero comencemos por lo básico. He de suponer que tu nivel de telequinesia es regular por el espectaculo del casillero que pude presenciar en la escuela el día que nos conocimos. Lo primero y que seguro habrás notado, es que la magia debe requerir de una buena concentración y que el brujo lleve su mente con racionalidad en lugar de sus emociones. Ambos hemos sido testigos de las consecuencias de la magia con emociones fuertes, pero ahora que mis emociones no controlan mis poderes, puedo hacer una demostración.

En su puesto, sin la necesidad de caminar a ninguna parte y a una buena distancia de Reichen, cerró los ojos y levantó los brazos, provocando que los libros de la estantería y el escritorio de la habitación salieran volando pasiva y calmadamente y flotaran alrededor del cuerpo de James. Este abrió los ojos y situó uno de los libros al frente de sus ojos para examinarlo mientras pasaba las páginas de manera rápida. Debía admitir que el joven Morgan guardaba una bastante buena colección en ese lugar.

Off: Lamento el retraso pero esta semana estoy en exámenes y la verdad poco tiempo me queda para roles. Así mismo perdona el largo del post pero a las 10:30 de la noche no es una buena hora para que la imaginación fluya. Espero tu respuesta, bye!!!

Reichen vió el asombroso acto de James estaba demostrando. Aún su amigo permanecía con su camisa abierta, pero aunque eso lo hacía feliz, su actitud hacia él cambió de manera rotunda. Ahora parecía como si quisiera irse, pero el simple hecho de que estuviera ahí con él, haciéndole compañia, lo llegaba a hacer feliz a pesar de todo. James se había distanciado, y para Reichen sólo significaban dos cosas, que tenía miedo de él, o que luchaba con algo que sentía dentro. Y como pensamiento extra, simplemente, que posiblemente se hubiera ofendido por algo que haya hecho, fue entonces cuando se limitó a seguir sus lecciones.

- Bien, ya que has sacado mis libros, te diré que es lo que tengo. En primera, tengo un libro con técnicas de meditación y relajación, que por lo visto, no he puesto en práctica. El libro rojo, es acerca de pentagramas, e invocación de diferentes círculos, desde pentagramas de adivinación, invocación y curación, etc. El otro color café forrada de piel, es acerca de hierbas e inciensos, incluso viene con un pequeño instructivo de como plantar un jardín mágico, como el que tengo afuera, que más bien parece un invernadero. Y por último, ese libro que abrí, es mi libro de las sombras. No me gusta llamarlo grimorio, porque es más que eso, pero en fin. Me agrada de todos modos lo que he hecho hasta ahora. Tiene fotos de mis padres, de mi familia.- Tomó el libro entre sus manos, y se quedó contemplando la foto de su padre.



- Él era mi mejor amigo, al igual que mi abuelo, pero, creo que como yo era el menor, tenía muchas consideraciones conmigo, me hace mucha falta. Veré si encuentro la de mi madre.

Buscando entre sus fotos, halló una que le produjo escalofríos.




Reichen se quedó congelado, al notar que esa foto estaba ahí,y recuerda que la había tirado. No sabe por qué estaba ahí entre sus cosas.Su rostro se notaba asustado.

Reichen explicó a James la no abundante colección que mantenía en su cuarto y que este último se había dedicado a hechizar para que volaran por la habitación, sin embargo, su objetivo al hacer todo ese acto no era, en lo absoluto, llegar a un momento nostálgico o sentimental mas sin embargo eso fue justamente lo que pasó. Sucedió cuando estaba mostrando su Grimorio que una de las fotos de su padre apareció desde los más profundos rincones de un distante pasado. James no disfrutaba ese momento, pero tampoco se mostraba insensible a una situación de ese tipo que pudiera mostrar alguna otra persona y mucho más si esa persona era un amigo como en el que Reichen se estaba convirtiendo.

Esperaba que el momento terminara pronto con el hecho de que guardara la fotografia, pero se dispuso a buscar una de su madre, aunque pronto James se enteraría de que no había encontrado ninguna que le trajera un sentimiento de agradable nostalgia, sino de estremecimiento. Se acercó un poco (No demasiado, pues deseaba continuar con esa distancia que él mismo había formado) y vio una fotografía de tres jovenes, en el medio un joven que le pareció vagamente familiar, con cierto parecido a Reichen, si es que no era este en pasados tiempos.

- ¿Quienes son ellos? - Preguntó, a sabiendas de que la respuesta no terminaría con el tema, pero lo dejaría en una buena posición, además del hecho de que la curiosidad le había surgido desde el momento en que había visto la fotografía.

" Hola hermanito,quiero que seas mi cena"

" No, por favor...Raleigh!!! "

" No huyas cobarde, eres mío, no vas a huir de mí, porque dejarás de ser tu la estrella, el poderoso de la familia, y ahora, yo tengo mucho más poder que tú!!"

- Es Raleigh, mi hermano.- Contempló la foto un minuto más, pero despues decidió guardar la foto, era tanta su felicidad que un recuerdo del pasado, o la bruma de su hermano, no iba a manchar ese momento de compartir con su amigo James. De repente, se le ocurrió una gran idea que quizá le costaría un buen castigo, o algo que pudiera ser parecido a ello.Sara y Fernando no estaban, la casa estaba sola, la noche era joven aun. Reichen aun no conocía Mystic Falls, y qué mejor que un amigo para descubrirlo juntos.

- Oye, ¿ Por qué no vamos a cenar a Mystic Grill? Tantos hechizos hacen que me de hambre. Vamos, yo invito. - Le preguntó a James, acercándose un poco, cuando de repente, sintio un gran impulso y , un fuerte latido de su corazón, una fuerza que jamás sintió antes, una brisa de rosas que lo empujó, hizo que Reichen le robara un beso leve a James, y despues se hizo para atras, reaccionando de la nada.

- Oh Dios, Oh Dios- Hiperventilaba atónito ante lo que acababa de hacer- James.. yo..,yo... Oh... perdon.. es que...

James sabía a la perfección que debía mantener su distancia, pero las razones por las cuales trataba de estar alejado de Reichen le eran difíciles de comprender hasta ese preciso instante. No había tenido cuidado, había permitido que sus barreras fueran pasadas y por tanto Reichen no pudo sino entregarse a sus pasiones y deseos y, por tanto, hacer justo lo que James no quería, pero no lo deseaba porque sabía que algo como lo que estaba a punto de suceder pasaría, puesto que, muy enterrado en el fondo y sin el menor deseo de salir, él también lo deseaba en pequeña medida.

Un viento sobrenatural, el mismo que rondó por la habitación en el caos que los descontrolados poderes de James causaron, voló alrededor de los dos jovenes, pero este no era destructivo, tenía una paz armoniosa, rondaba igual que en un día de primavera y no causó daño alguno, sino simplemente se mantuvo entre los dos a modo de escudo, para que ya ninguno pudiera traspasar el umbral del espacio vital del otro. James no estaba seguro de si mostraba o no una expresión de sorpresa o indiferencia, pero realmente esperaba que fuera esto último, dado que tan solo decidió ignorarlo, cosa que le costó un enorme esfuerzo.

- ¿Entonces, vamos a comer algo en el Grill? - Dijo mientras se alejaba de Reichen para buscar la puerta de la habitación. Deseaba dejar el lugar en ese mismo instante, huir al bosque y dar rienda suelta a sus poderes, sin la preocupación de dañar a nadie que se encontrara cerca de él.

Reichen notó algo diferente en James, algo que lo hacía sentir incómodo. No sabía con exactitud si era él, o era Reichen. No sabía lo que había pasado. Se dejó llevar por algún impulso tonto, que al besar a su amigo, sinceramente, le llegó un sentimiento de culpa enorme. Quizá ya era una muy mala idea el irse a cenar con él, quizá ya no tenía sentido el entrenamiento, ya la reunion de amigos lo había convertido en una pesadilla, con su simple impulso de besarlo.

James se fue hacia la puerta, parecía como que necesitaba huir, y Reichen no estaba seguro si estaba huyendo de él o estaba huyendo de sí mismo. Reichen iba a abrir la boca para decir algo, pero la cerró de nuevo. Iba a cambiarse de ropa, pero, en su lugar, cerró el ropero, y se sentó en la cama. Aquello ya no era lindo como al principio.

De repente, se escuchó el ruido de un coche. Reichen se asomó por la ventana. Eran Sara y Fernando, quienes regresaban de hacer sus compras y realizar sus entrenamientos.

- Ay Dios, son mis tutores. Se supone que no debo de dejar entrar a nadie a mi recámara. Si te ven aquí se pondran paranoicos y me van a querer encerrar de por vida.- Volteó a ver a James, con una expresion de preocupación- Si la situación de hoy no te pareció incómoda y no hará que dejemos de ser amigos, ¿ Podríamos vernos mañana en la noche en algun otro lado despues del colegio? - Volteó hacia la ventana. Sara y Fernando ya estaban adentrando a casa.

El sonido del auto que se acercaba era cada vez más insoportable a los oídos de James y eso solo podía significar que aquellos que custodiaban a Reichen (Y que por obvias razones no podía tratarse de ningún miembro de su familia), acababan de llegar. Por palabras de Reichen se podía inferir facilmente que los tutores no deseaban que nadie entrara en la casa, por lo que James tendría que salir lo más rápido posible de ese lugar, el momento perfecto para escapar, pero por alguna razón que no entendió, permaneció congelado en su lugar.

Sopesó la proposición de Reichen con cuidado. Permanecía confundido por aquel suceso impulsivo que lo había llevado hasta ese estado, pero sabía que no podía responder de mala forma, siendo que ahora el Morgan se estaba convirtiendo en un gran amigo para él. No podía en lo absoluto dejar de verlo y tener una negativa a la invitación que le había hecho sería considerado como un signo netamente negativo. Los oidos de James estaba al tanto de lo que sucedía afuera, y los tutores de Reichen ya habían atravezado el umbral de la puerta principal, por lo que debía correr lo más rápido que pudiera.

- Dudo que esto haga que dejemos de ser amigos. Nos vemos mañana luego de la escuela. Ahora debo irme. - Tan pronto como pronunció estas palabras lanzó un hechizo de forma que la habitación permaneciera en silencio y así los tutores no se dieran cuenta por medio auditivo del salto por la ventana del joven Cromwell, puesto que estos ya se encontraban subiendo las escaleras. Usó un poco de aire para amortiguar su caída y partió rumbo a su hogar, con los pensamiento enfocados en lo que había sucedido aquella noche.