La verdad incómoda ( Damon )

Reichen llegó a ese lugar del que tanto le habían hablado para tomar sus alimentos. Se veía un tanto agradable. El aroma de los alimentos servidos en las mesas se veían tan apetitosos que su hambre despertó. Tomó una mesa, y leyó el menú. Para empezar pidó algo de jugo de naranja. Sacó de su mochila un libro empastado con piel, color oscuro, con el título " Vampiros, Mitos y Leyendas".

Comenzó a hojear página por página, venía desde los orígenes hasta la actualidad. Pero un capítulo llamó su atención, uno que podría servirle de utilidad. Era " Defensa contra vampiros".

Leyó las partes donde hablaban del tema en específico, desde alejarlos con ajos en la puerta, revocar o autorizar una invitación a pasar, armas útiles, y hechizos, los cuales se veían bastante complicados de hacer.
Solamente pensaba en su hermano Raleigh, en cómo el amor de hermanos se convritió en una cacería al estilo " El gato y el ratón", y por supuesto, Reichen sería el gato. No tenía ningun arma contra Raleigh. Había estado entrenando duro, Fernando y Sara le estaban enseñando hechizos de defensa, pero no tenía nada que pudiera ayudarlo en contra de un vampiro. Estaba tan harto de no poderse defender, que sus emociones de nuevo actuaron, poniéndolo tenso. Fue entonces cuando su vaso de jugo de naranja salió volando y cayó encima de un chico alto y fornido, que se veía con cara de pocos amigos. Se acercó a Reichen, mojado, y lo agarró del cuello para jalarlo hacia él:


- ¿Que te pasa idiota?- Dijo el chico muy furioso. Reichen se estaba metiendo en un aprieto, por no saber controlar sus poderes.

-Otro vaso de whiskey preciosa.-dijo Damon a la camarera nueva del Mystic Grill. Desde que había empezado el colegio se habían tenido que ir algunos empleados y tuvieron que contratar a gente a nueva. En especial a una chica rubia alta con un cuerpo de infarto que sin duda atraería a más gente al bar. Era lógico, la mayoría de los que venían eran tíos para sentarse en la barra a beber, como Damon. En unos dos minutos, le trajo su vaso cargado de nuevo con el whiskey que tanto le gustaba. Cogiendo el vaso y dándose la vuelta apoyó la espalda en la barra y comenzó a observar a los clientes. Algunos jugaban al billar, otros estaban en parejitas comiendo algo y tonteando y otros solos. Se preguntaba donde estaría Elena ahora y quería llamarla pero lo mejor era no agobiarla con esta relación tan extraña que tenían. ¿Estaban juntos o no? Era algo que aún no sabía con certeza y que esperaba ansioso a que se resolviera porque deseaba poder salir con ella de la mano por la calle, pero mejor que borrase eso de su cabeza. Solo eran ilusiones porque por ahora no estaría bien que la gente los viera y empezara a hacer comentarios del tipo de :"Mírala, ahora se va con el hermano de su novio." "¿Eso es un buen hermano?". Mejor prevenir que curar.
Unas pocas mesas mas adelante había un chico extraño con un libro más extraño aún. Pensó que sería de un trabajo para el colegio o algo pero al fijar su mente se sorprendió. En la página abierta venía con letras mas resaltadas el título de Defensa contra vampiros y eso produjo una carcajada en Damon. Cada vez estaba más de moda este tema y ya cualquier humano se atrevía a leer cosas. Pensarían que podían acabar con ellos pero Damon sabía de sobra que no era tan fácil como leer un libro. Él mismo lo era y aprendió con experiencia y no por libros.
Seguía mirando al chico mientras bebía tranquilo su vaso y de repente el tipo se puso muy tensó y su copa con zumo salió disparada, impactando sobre uno de los tipos chulos del pueblo que se creían algo importante y no eran nada. Enseguida se giró y cogió al joven por el cuello y ahí fue cuando Damon actuó. Se dirigió a los dos. Colocó su mano en el brazo del agresor y apretó un poco mientras lo miraba a los ojos.-Vas a soltar al joven y vas a irte, pero antes vas a tirarte este vaso encima.-dijo colocándole en su mano el whiskey. Él, controlado por el vampiro, lo agarró y se arrojó el líquido encima, causando la risa de todos los presentes, y una vez hecho eso se marchó. -Otro por favor.-pidió a la camarera. -Y otro zumo para él, ponlo en mi cuenta.-rectificó.-Pasa de él, se cree alguien muy importante.-le dijo al joven. Le sorprendía haber descubierto de repente un brujo nuevo que parecía inexperto y que podría ser un buen apoyo para Bonnie, tenía que pensar con perspectiva de futuro. La camarera vino con los dos vasos y Damon se sentó en la mesa.-Puedo ¿no? ¿Vampiros? ¿Crees en ellos?-preguntó al leer de nuevo el titulo.

Un joven muy atractivo y con una personalidad imponente, hizo que el hombre fornido se fuera casi llorando. Se quedó sorprendido de cómo el zumo de naranja había salido disparado hacia el joven, a una larga distancia, y como de la nada, apareció el chico que le puso su merecido, a tal grado que hizo que se vaciara su propia bebida. Todos en el lugar soltaron la carcajada. El chico despues ordenó otra bebida para él y otro zumo para Reichen. Vio como con una personalidad imponente se sentó en su misma mesa, con la confianza de cualquier caballero, de cualquier persona educada y encantadora cuando se relaciona con los demás. Reichen notaba que había algo raro en el chico, pero, si bien era brujo, no era del todo adivino y tampoco tenía un radar que pudiera hacerle ver lo que el joven eran en verdad. Le preguntó acerca de lo que estaba leyendo, y Reichen tímidamente respondió. La personalidad de ese joven llegaba a ponerlo un tanto nervioso:


- Bueno, no es para mí. Tu sabes, un amigo tiene mucha curiosidad y solamente le estoy ayudando, - Sonrió nervioso. Ya parecía un fenómeno cuando protagonizó esa escena del casillero en la escuela, cuando al no controlar sus poderes, abrió de golpe la puerta y sus libros salieron volando, justo en ese día había conocido a James. - Ya sabes, es un obsesivo con los vampiros, piensan que algun dia lo van a matar, y que quiere defenderse. Así que me prestó el libro solo para... - Dudó un poco en la respuesta. - Bueno, para ver si podía ayudarlo. No quiero que se obsesione demasiado... no, no , no!


La mesera llegó con sus bebidas, y dió un sorbo enorme a su vaso, para despues componerse un poco y presentarse ante el chico- Mucho gusto, soy Reichen Morgan, es un placer. - Le ofreció la mano como un gesto fraterno.